Tangueros que residen en Valencia o vienen aquí a practicar y compartir su pasión encuentran varias ofertas en la mayor parte de los días de la semana. Así que elegimos la o las sesiones de milonga a disfrutar cada una de las semanas. Lo que quizá muchos de ellos no sepan es lo que costó llegar aquí. Puede que algunos conocieran casualmente el Tango en alguna salida a Buenos Aires, puede que algún profesor o profesora se dejase caer por Valencia y empezasen a conocer este maravilloso baile nuestro. Hablo de apenas anteayer, de los años ochenta del pasado siglo. Pero para practicar lo aprendido se necesitaba algo más. Se necesitaban cuerpos que abrazar y ser abrazados, se necesitaba un piso acogedor, se necesitaba, en fin, un reproductor de música donde Canaro, D’Arienzo y tantas otras orquestas típicas sonaran en tandas interminables. No importaba si un pick up o un cassette. Ni si el sonido era o no excelente. Enseguida se comprendió que unidos era más fácil conseguir...
¿Me llevas o te llevo? Esta pregunta puede ser habitual en muchas de nuestras milongas y encuentros hoy. El tango evoluciona lentamente, como la sociedad machista que lo sustenta, pero evoluciona. Ya lo expresé en el artículo en este mismo blog “Los roles” publicado el 3 de enero de 2022 en el que comentaba el debate que habían tenido en facebook las bailarinas argentinas María Asunción Prado y Miranda Basso, Aurora Lubiz, y Natalia Fossati reflexionando sobre el camino de la mujer en el tango. Allí decía: “Desde distintos puntos de partida se describió la realidad histórica del baile del tango y los pasos que, según la experiencia de cada ponente, se habían dado, se estaban dando y habrían de darse para avanzar hacia la igualdad de roles, cuando no hacia la abolición de roles y en todo caso hacia la libre elección de rol de cada uno de los practicantes de tango. Todo ello desde la premisa de la discriminación manifiesta de la mujer tanguera.” Por supuesto ...