Actualmente el tango se manifiesta en multitud de eventos en todo el mundo.
Atenderé especialmente a los relativos al baile social, donde los tangueros nos
conocemos, nos reencontramos, nos abrazamos, compartimos risas y momentos
felices. Quizá por esto también el tango haya sido objeto de estudio a la hora
de entender el mundo (
Milongas locales,
encuentros internacionales, maratones, festivales…los que bailamos tango
sabemos que no hay mes en el año sin un evento extraordinario, aparte de las
milongas semanales o mensuales, donde poder ir a bailar tango; cuando no más de
uno y de dos. En Valencia, sin ir más lejos tenemos cinco a lo largo de este
2024. En algunos con espectáculos y clases magistrales de experimentados y
famosos bailarines profesionales, orquestas y cantantes; en
otros con una gran cantidad de horas de baile, tipo a la película “Danzad,
malditos”, los maratones donde nada distrae el acto de bailar y bailar hasta
reventar los zapatos. La música con excelentes selecciones de reputados Tdjs, a
veces con la tecnología analógica de los antiguos giradiscos y vinilos. Ya no vale cualquier piso y se anuncian pistas
de madera donde la pisada, amortiguada evita lesiones en los pies y los giros y
enrosques se deslizan sin casi oponer resistencia.
Tanto han
proliferado que no sólo los organizadores han dejado de preocuparse de captar
suficientes bailarines inscritos para su evento, sino más bien cavilar cómo
limitar esas inscripciones para que todo resulte mejor: relación equilibrada
entre conductores o leaders y seguidores o followers, exigencia en el nivel de
baile – a veces se pregunta los años de baile que tiene el que se va a
inscribir, la exigencia de asistir con pareja, el pronto pago, el respeto
estricto de los protocolos tradicionales de la milonga (circulación, cabeceo,
…).
El culmen de
estas condiciones quizá sean los “encuentros cerrados”, donde los
asistentes son admitidos sólo tras una durísima selección atendiendo a su
calidad de baile, edades, procedencia, recomendación o, directamente, mediante
estricta invitación del organizador.
Me imagino la
satisfacción de muchos privilegiados bailarines que son admitidos o invitados a
estos encuentros, pues seguramente disfrutan de un evento de alta calidad y se sienten
evaluados con un sobresaliente tanguero por el hecho de haber sido admitidos.
También la frustración de quienes desean fervientemente asistir a alguno que
conocen pero que no pueden hacerlo al no pasar el corte en su nota de
evaluación tanguera.
No entiendo tanto
que soporten estoicamente algunos extravagantes condicionantes por mucho que se
disfracen de algo divertido y desenfadado, como la obligación de llevar un
sombrero rojo proporcionado a la hora de ser aceptado ¡uff! tras haber tenido
que superar múltiples escalones preinscripción, o prohibiciones peregrinas,
como la de llevar cinturones blancos si no llevas zapatos blancos. Ya digo, a
pesar del aspecto anecdótico y jocoso de estas extravagancias, no hay que
olvidar que a la hora de la verdad suponen reglas impuestas que es necesario
seguir. Por supuesto que deben saber y saben que incumplimientos de
comportamiento, vestimenta, estilo de baile o decoro conlleva expulsión sin
apelación posible y sin derecho a reintegro de lo abonado. Reintegro que desde el principio te dicen que
no es posible en ningún caso. Tampoco tienen derecho a quejarse o pedir
explicaciones a los organizadores si no son admitidos. Ya avisan que no
responderán y se permiten aconsejar que no recurran a ellos con “lloriqueos”. Da
la sensación que el inscrito no tiene ningún derecho y que el organizador los
tiene todos, y aun así se agotará el aforo a pocas horas – quizá minutos- de abrirse
la inscripción.
Definitivamente
el tango ha superado ampliamente su década negra y corre veloz tras su
desarrollo imparable. Ahora queda esperar que el precio lo podamos asumir los
que apasionadamente bailamos tango allá donde podemos y cuando podemos.
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Imagen de rawpixel.com en Freepik
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