Desde el diez de marzo de dos mil veinte venimos diciendo que “volveremos”. En nuestra web lo he ilustrado con catorce escenas seleccionadas de entre nuestras milongas para que no se nos olvidara y las llamé píldoras, no sé si en un vano intento de que sirvieran contra ese bicho tan molesto. Seis milongas virtuales se han convocado en Valencia para todos los que disfrutamos de esta pasión del tango porteño. El salón de casa la pista, qué remedio.
Tango para contemplar en los escenarios de Valencia. ¡Qué lujo!. Estábamos
convencidos que todo pasaría, que retomaríamos la pista pero no sabíamos cuándo realmente. Todo se
centraba en resistir. “El Tango siempre espera”, decíamos.
Un año y medio por delante y este sábado pasado yo he vuelto a bailar tango en la milonga del Club, al aire fresco de levante de la Playa de la Malvarrosa donde
tantos tangos he bailado. Todavía con precauciones a tomar, con mi
mascarilla, con mi pareja y poco más - otros han cabeceado -. Pero algo es algo
Bueno, en realidad todo este tiempo de espera ha sido un
imaginario de las condiciones del regreso. ¿Será lo mismo que fue? ¿Habrá
euforia tanguera? ¿Estaremos todos de nuevo?
Al fin llegó el día, mejor la noche, en que podían
esclarecerse algunas de estas inquietudes y sí, allí estábamos muchos de
nosotros abrazándonos fugazmente con las
caras ladeadas y las mascarillas bien colocadas. Chocando los codos o las
manos. “Unos prefieren sólo el codo y otros no les importa tender la mano” me
dijo alguien. Y no, no estábamos todos. Aún no. Quizá la amenaza de tormenta de
toda la tarde hubiese pesado en algunas deserciones, pero también el recuerdo
de la pesadilla vivida hubiera podido influir. Alguno de nuestros queridos
amigos sabíamos que ya no vendría. El drama en este tiempo está más que servido.
Percibí que había una mezcla quizá al cincuenta por ciento
de felicitaciones por la vuelta y el comienzo de la normalidad y por la precaución de no lanzar al vuelo
campanas que pudieran desplomarse sobre nuestras cabezas después. Aún no está
dominado, el fantasma revolotea y es
necesario seguir insistiendo. Todos lo sabemos.
Pero se bailó mucho y bien. La emoción del tango nos embargó
a todos y la pista no estuvo nunca vacía. Los tangos se sucedieron cadenciosos,
insinuantes, locos y las tandas se nos antojaban breves. El dj disfrutaba viéndonos bailar al ritmo de
sus selecciones.
Los organizadores de Club Tango Comunidad Valenciana estaban satisfechos, sus
esfuerzos, dudas y quizá incertidumbre se había saldado positivamente.
Enseguida constatamos en nuestros breves contactos entre
tanda y tanda que todo había resultado ser como si no hubiese habido tanto
intervalo de forzosa inactividad. La normalidad, en efecto provoca que la mente
se deshaga con rapidez de los malos recuerdos. El deseo colectivo de seguir
adelante crea una capa de protección para que impida no disfrutar del momento.
Muchos comentarios iban en el sentido de felicitarse por la situación
favorable.
Esta “rentrée”, como la de la vuelta al cole (nervios
incluidos) había ido precedida de otras
prácticas, pero creo que para mí al menos ésta era la oficial, el punto de
partida de la temporada dos, como si de una serie se tratara. Constatamos que
recordábamos cómo había quedado el suspenso de la temporada una y todos
seguíamos el guion sin mayores problemas. La emoción del reencuentro, del
abrazo. La pasión en ese giro, en ese corte. La noche, la arena que sonaba como
grillos bajo los zapatos tangueros. Qué se yo. Volvemos fue la palabra más
usada. Que nos quiten lo “bailao”.
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