jueves, 16 de julio de 2020

EL TANGO, BAILE SOCIAL

El auge de nuestro baile, el Tango, en todo el mundo ha provocado quizá que se desarrollen puntos de vista entre los distintos grupos de tangueros, tanto a nivel local como de grupo de interés.

Es conocido que el origen tuvo un carácter eminentemente social de relación en el espacio de la milonga, la práctica, y que este primer objetivo, a fuerza de experiencia y práctica pudo ir completándose con la búsqueda y el perfeccionamiento técnico de la caminata y figuras tangueras.

Como en todos los bailes populares hubo gente que quedó enganchada a la práctica social que esta actividad suponía. Ayudó seguramente a sentirte menos solo, a conocer a otros y quizá a buscar y encontrar compañero o compañera para compartir tu vida.

Otros, además, se esforzaron en buscar la excelencia en la ejecución de esta sentida danza.

En nuestra época, esto ha supuesto que a veces se evalúe nuestro nivel de perfeccionamiento para participar en encuentros y maratones, pudiendo incluso ser rechazado en alguno de ellos.

El culmen está en los encuentros privados, sin publicidad, donde los asistentes son todos invitados por la organización o recomendados por algún tanguero de confianza.

Sin llegar a este extremo, en los encuentros sobre todo multitudinarios, pueden surgir grupos que buscan la excelencia en detrimento de la relación social. No me refiero, por supuesto a que bailar con buenos bailarines no sea deseable ni conveniente, bien al contrario.  Sin embargo, la cuestión es si no deberíamos abandonar ese otro aspecto social del Tango: la relación.

Esta relación social quizá a veces tenga que sacrificar  en alguna medida esa otra relación que podríamos llamar VIP. En las pequeñas milongas locales esto es más evidente. A veces, pocas ciertamente, ves a tangueros o tangueras que dan por finalizada su estancia antes del fin de la jornada porque “ya está todo vendido”. A veces se elige el lugar próximo a la mesa de los excelentes, locales o foráneos. He oído quejas en el sentido de que en aquella o en aquella otra milonga existen grupos  cerrados que sólo bailan entre ellos sin apenas relacionarse con el resto.

Las milongas de asociaciones cuidan por lo general que todo asistente sea bienvenido y participe de sus abrazos y acogida, independientemente del nivel que tenga (claro que se entiende que al asistir sabe bailar suficientemente).

Las risas, los abrazos, los saludos, las bromas, la alegría de los reencuentros entre conocidos son para mí mucho más importante que cualquier otra cosa cuando entro emocionado cada vez a la milonga.

http://tangoenvalencia.es

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